Seguimos con la segunda de las conciencias que diferencia Bert Hellinger en su artículo. En este caso damos paso a la conciencia colectiva y su forma de interactuar con la conciencia personal, algo que si no somos conscientes, puede llegar a ser realmente increíble.
LA CONCIENCIA COLECTIVA
Por detrás de la conciencia que sentimos, aun actúa otra conciencia. Es una conciencia poderosa mucho más fuerte en su efecto que la conciencia personal. Sin embargo, en nuestros sentimientos es relativamente inconsciente. ¿Por qué? Porque en nuestros sentimientos la conciencia personal tiene precedencia con relación a esta segunda conciencia.
La conciencia colectiva es una conciencia grupal. Mientras que la conciencia personal es sentida por cada individuo y está al servicio de su pertenencia y de su supervivencia personal, la conciencia colectiva tiene en su campo de visión la familia y el grupo como un todo. Está al servicio de la supervivencia del grupo entero, aunque para eso algunos necesiten ser sacrificados. Está al servicio de la totalidad de ese grupo y de los órdenes que aseguran su supervivencia de la mejor forma posible…
Cuando el interés de cada individuo se contrapone al interés del grupo la conciencia personal también se contrapone a la conciencia colectiva.
La totalidad
¿Al servicio de qué órdenes está la conciencia colectiva y cómo los impone?
El primer orden al cual sirve esta conciencia es: todo miembro de una familia tiene el mismo derecho a pertenecer. Si un miembro es excluido no importan los motivos; más adelante otro miembro de la familia necesitará representar a la persona excluida.
La conciencia colectiva aparece, cuando se la compara con la conciencia personal, como amoral e inmoral; eso significa que para ella no hay diferencia entre bueno y malo, y tampoco entre culpable e inocente. Por otro lado, protege a todos de la misma manera. Quiere proteger su derecho a pertenecer, o restablecerlo si fue negado.
¿Qué acontece cuando ese derecho es negado a un miembro de la familia? De cierta manera él es reconducido al grupo por esa conciencia en la medida en que otro miembro dentro de la familia necesita representarlo sin ser consciente de ello.
¿Cómo sucede esto? Otro miembro de la familia asume el destino de la persona excluida representándola. Piensa como lo haría esa persona excluida, tiene sentimientos similares, vive de manera semejante, enferma de un modo parecido, incluso muere de modo parecido. Ese miembro familiar está de esa manera al servicio de la persona excluida y representa sus derechos. Es poseída, por así decirlo, por la persona excluida sin, por otra parte, perderse a sí mismo. En cuanto la persona excluida recupera su lugar ese miembro de la familia se libera de ella.
No es que la persona excluida quiera ser representada de esa manera, aunque esto también se da algunas veces, si ella desea algo malo para alguien de la familia. En primera instancia es la conciencia quien actúa y desea la representación y la implicación. Quiere devolver la integridad al grupo.
Aquí existe el peligro de que imaginemos esta conciencia como si fuera una persona, como si tuviera metas personales y las persiguiera después de una reflexión profunda. Esta conciencia actúa como un instinto. Un instinto grupal que quiere solamente una cosa: salvar y restablecer la totalidad. Por eso es ciego en la elección de sus medios.
La pertenencia más allá de la muerte.
Podemos reconocer a las personas que son influenciadas e impulsadas por esa conciencia cuando son atraídas para representar a miembros familiares excluidos. En ese sentido, necesitamos considerar que nadie pierde su derecho a pertenecer ni siquiera con su muerte. Esto significa que los miembros de la familia ya muertos son considerados por esa conciencia de la misma manera que los vivos. Nadie es separado de su familia a través de la muerte. La familia acoge igualmente a sus miembros vivos y muertos. Esa conciencia también puede traer de vuelta a la familia a los miembros muertos si fueron excluidos, sí, principalmente a ellos. Por lo tanto, eso significa que alguien, en efecto, pierde su vida a través de la muerte pero nunca su pertenencia.
¿Quién pertenece? Ahora es hora de enumerar a las personas que pertenecen a la familia abarcada y conducida por una conciencia colectiva común. Voy a empezar con los que están más próximos: los miembros familiares que están sujetos a esa conciencia pertenecen.
1. Los hijos: es decir, nosotros, nuestros hermanos y hermanas. A nuestros hermanos pertenecen también los que nacieron muertos, los hermanos que fueron abortados y frecuentemente los abortos espontáneos; en este último caso, a menudo existe la idea de que podemos excluirlos. También forman parte los hermanos de los que se desconoce la existencia y los que fueron entregados a otras personas. Para la conciencia todos ellos forman parte completamente, ella se ocupa de recordados y de traerlos de vuelta a la familia. Son traídos de vuelta a la familia de manera ciega, sin tener en consideración las justificaciones y los deseos.
2. Del nivel superior al de los hijos forman parte los padres y sus hermanos biológicos. Aquí también nos referimos a todos sus hermanos y hermanas, tal como se ha enumerado en el caso de los hijos. También las parejas anteriores de los padres forman parte. Si son rechazadas o excluidas, aunque estén muertas, serán representadas por uno de los hijos hasta que sean recordadas y reconducidas a la familia con amor.
Sólo el amor libera. Ahora me gustaría interrumpir la enumeración y hablar de cómo los excluidos pueden ser traídos de vuelta. Sólo el amor es capaz de ello.
¿Qué amor? El amor pleno. Éste es sentido como dedicación al otro tal como es. También es sentido como duelo por la pérdida. Es sentido especialmente como dolor por aquel mal que, por ventura, hicimos al otro. Lo sentimos también si ese amor alcanza al otro, si sirve para la reconciliación, si deja al otro en paz y si éste asume su lugar. Entonces esa conciencia está al servicio del amor, al servicio del mismo amor para todos los que forman parte de esa familia.
¿Quién más pertenece a la familia? Ahora voy a seguir con la enumeración de aquellos que pertenecen a la familia porque ellos también son abarcados y protegidos por esa conciencia.
3. Del siguiente nivel, superior al anterior, forman parte los abuelos pero sin sus hermanos, a no ser que éstos tuvieran un destino especial. Las anteriores parejas de los abuelos también forman parte.
4. También puede formar parte alguno de los bisabuelos, pero esto es más raro.
5. Además, forman parte de nuestra familia aquellos a través de cuya muerte o de cuyo destino la familia obtuvo ventajas. Por ejemplo, en el caso de una herencia considerable. También forman parte aquellos al precio de cuya salud y vida la familia se enriqueció.
6. En este contexto, forman asimismo parte de nuestra familia aquellos que fueron víctimas de actos violentos a través de miembros de nuestra familia, especialmente aquellos que fueron asesinados. La familia necesita mirar también hacia ellos con amor y dolor.
7. Por último, algo que para algunos puede ser un desafío. Si miembros de la familia fueron víctimas de crímenes, principalmente si perdieron la vida, los asesinos también forman parte de nuestra familia. Si son excluidos o rechazados serán también representados por miembros de la familia por presión de la conciencia colectiva.
Quizás pueda aquí llamar la atención el hecho de que tantos asesinos se sientan atraídos por sus víctimas, al igual que también las víctimas por sus asesinos. La conciencia colectiva no hace diferenciaciones aquí tampoco.
El equilibrio
Antes de continuar quiero decir algo sobre el equilibrio en esas dos conciencias. La necesidad de equilibrio entre el dar y el tomar y entre la ganancia y la pérdida es también un movimiento de la conciencia.
La conciencia personal que sentimos como buena y mala conciencia se asemeja a los sentimientos de culpa e inocencia y vela sobre el equilibrio entre tales sentimientos, por lo tanto entre los sentimientos de culpa e inocencia y entre los sentimientos de buena y mala conciencia. Aquí debo señalar que podemos alcanzar el equilibrio también de otra manera. En lugar de devolver algo equivalente, como a veces no podemos hacerlo, por ejemplo con nuestros padres, podemos también transmitir hacia adelante algo equivalente, por ejemplo a nuestros hijos.
La expiación
Nosotros equiparamos también el dar y el tomar a través del sufrimiento. Éste también es un movimiento de la conciencia. Si causamos un sufrimiento a alguien queremos también sufrir nosotros mismos para equilibrar, y así después del sufrimiento tenemos nuevamente una buena conciencia.
Esta forma de equilibrio la conocemos como expiación. Sin embargo, debemos observar aquí que es una auto-necesidad porque a través de ella no podemos dar realmente nada al otro. Ahora bien, a través de esa expiación el otro frecuentemente no se siente tan solo en el sufrimiento. Esta manera de equilibrar tiene poco o nada que ver con el amor. Es antes que nada algo instintivo y ciego.
La venganza
Tenemos necesidad de equilibrio cuando alguien nos ha hecho algo malo, entonces queremos también hacerle algo malo a él o a ella. Aquí la necesidad de equilibrio se transforma en una necesidad de venganza. No obstante, la venganza se equilibra sólo en un primer momento porque después despierta en todos los implicados nuevas necesidades de venganza, perjudicándolos al final.
La cura
También en la conciencia colectiva existe el movimiento de equilibrio, sin embargo permanece ampliamente oculto a nuestra conciencia. Quien necesita representar al excluido no sabe que está contribuyendo al equilibrio.
El equilibrio aquí es el movimiento de un todo superior que equipara de un modo impersonal, porque aquellos que son atraídos para equilibrar son inocentes, en el sentido de la conciencia personal.
Podemos comparar esa forma de equilibrio a un proceso de cura. Aquí también algo que fue herido es restaurado bajo la influencia de poderes superiores. La conciencia colectiva quiere reintroducir algo que se perdió y de esa forma traer nuevamente el orden y curar.
La jerarquía
Vuelvo a hablar de los órdenes de la conciencia colectiva y diré algo sobre el segundo orden que está al servicio de la conciencia y que intenta restaurarla cuando es herida.
Ese orden expresa que cada individuo del grupo debe y necesita asumir el lugar que le pertenece de acuerdo con su edad. Eso significa que aquellos que vinieron antes tienen precedencia con relación a los que vinieron más tarde. Por ello lo padres tienen precedencia sobre los hijos y el primer hijo tiene precedencia sobre el segundo. Por lo tanto, cada uno tiene su propio lugar, que le pertenece solamente a él. Con el transcurso del tiempo, uno se traslada de abajo a arriba dentro de la jerarquía hasta crear su propia familia y dentro de ella inmediatamente asume con su pareja el primer lugar.
Aquí se impone además otra jerarquía, una jerarquía entre las familias, por ejemplo, entre la familia de origen y la nueva familia. Ahora la nueva familia tiene primacía sobre la antigua.
Este orden también es válido si uno de los padres durante el matrimonio tiene una relación con otra persona de la cual nace un niño. Con ello se crea una nueva familia, que tiene prioridad en relación a la primera.
La familia posterior no anula el vínculo con la anterior, así como una nueva familia no anula el vínculo con la de origen. Sin embargo, tiene prioridad en relación a ella.
– La violación de la jerarquía y sus consecuencias: la jerarquía es violada cuando alguien que llegó después quiere asumir una posición superior a la que le corresponde dentro del orden jerárquico. Esa violación del orden jerárquico es en realidad, como se sabe, el orgullo que precede a la caída.
Las violaciones más frecuentes de la jerarquía las observamos en los niños. En primer lugar cuando ellos se elevan por encima de los padres; por ejemplo, cuando se sienten mejores que sus padres y se comportan como si lo fueran, se trata de una violación de la jerarquía sin amor.
Esta jerarquía es violada sobre todo cuando el niño quiere asumir algo que corresponde a sus padres, por ejemplo, cuando enferma en lugar de ellos y quiere morirse. Entonces la jerarquía es violada con amor. Sin embargo, ese amor no protege al niño de las consecuencias que tiene su transgresión del orden.
Lo trágico de ello es que el niño transgrede el orden con buena conciencia. Es decir, bajo la influencia de la conciencia personal el niño se siente especialmente inocente y bueno al realizar esa transgresión. Esto significa también que a través de ella se siente perteneciente de una manera especial.
Por lo tanto, aquí esas dos conciencias se oponen. La jerarquía que impone y protege la conciencia colectiva es violada en sintonía con la conciencia personal. Aquí la conciencia personal impulsa a alguien a transgredir ese orden y sufrir las consecuencias de esa transgresión.
¿Cuáles son las consecuencias de esa transgresión?
La primera consecuencia es el fracaso. La persona que se coloca por encima de sus padres, sea con amor o sin amor, fracasa. Esto es válido no solamente dentro de la familia sino también en otros grupos, por ejemplo en organizaciones. Muchas organizaciones fracasan a causa de conflictos internos en los que una persona que se ha incorporado últimamente o un departamento creado posteriormente se colocan por encima dentro de la jerarquía de otra persona o de otro departamento que tienen precedencia.
En verdad, el fracaso como consecuencia de una violación de la jerarquía es la muerte. El héroe trágico quiere asumir algo por aquellos que le precedieron. Pero él no sólo fracasa: él muere.
Vemos algo semejante en los niños que cargan con algo, queriendo asumir aquello que corresponde a los padres. Estos niños se dicen internamente: “mejor yo que tú”. ¿Qué es lo que está realmente contenido en esa frase? Esa frase significa “yo me muero en tu lugar”.
La jerarquía es el orden de la paz. Está al servicio de la paz en la familia y en el grupo. Está, al final, al servicio del amor y de la vida.
El alcance
¿Hasta dónde alcanza la conciencia colectiva? ¿Solamente pertenecen los muertos a quienes conocemos? ¿O esa conciencia quiere traer de vuelta también a los excluidos de muchas generaciones atrás? ¿Quizás hasta a nosotros mismos cómo éramos en una vida anterior? ¿Quizás esté al servicio de un movimiento cósmico para el cual nada que haya existido puede quedar perdido? ¿Violamos nosotros esa jerarquía a través de nuestra creencia en el progreso, como si fuéramos mejores que nuestros antepasados, Como si fuéramos superiores a ellos?
¿Qué es lo que acontece con nosotros si no nos posicionamos internamente en el lugar adecuado para nosotros, humildemente, en último lugar?
¿Si incluimos en nuestro presente a todos aquellos que fueron excluidos sin importar cuáles fueron los motivos y a aquellos que necesitaron morir antes de haber cumplido su tiempo completo junto a aquellos otros a quienes aún les queda tiempo, entonces no estaremos nosotros también completos?